El
término 'inconsciente' se utiliza como adjetivo para calificar el
conjunto de comportamientos que un sujeto desarrolla sin darse cuenta
y que, en general, no dependen de su voluntad.
Creemos
tener control sobre los acontecimientos que se desarrollan en nuestra
realidad cotidiana, pero nunca pensamos que es nuestro inconsciente
el que nos atrae las circunstancias, nos guste o no. Por desgracia,
es nuestro ego quien intenta hacernos creer que tenemos algún poder
de decisión más allá de elegir como sentirnos ante lo que sucede.
A
todos nos gusta escuchar cuentos clásicos, y especialmente a los
niños. En forma de libros, películas o en voz, los niños necesitan
oir historias ajenas a su mundo cotidiano que les haga soñar.
¿Ajenas a su mundo cotidiano? Si hacemos caso a los grandes clásicos
del psicoanálisis... no tanto.
Un
psicoanalista decía que en nuestra mente se situaba un inconsciente
colectivo, esto es una serie de valores morales, miedos y sensaciones
comunes a todos los humanos, que pasan de generación en generación
a través de leyendas, cuentos y costumbres. Este psicoanalista se
fue volviendo muy extravagante. De cualquier modo, en su teoría del
inconsciente colectivo hay algo de realidad, realidad que es muy
visible en los cuentos clásicos para niños.
Los
cuentos aportan importantes mensajes al consciente, preconsciente e
inconsciente, sea cual sea el nivel de funcionamiento de cada uno en
aquel instante. Al hacer referencia a los problemas humanos
universales, especialmente aquellos que preocupan a la mente del
niño, estas historias hablan a su pequeño 'yo' en formación y
estimulan su desarrollo, mientras que al mismo tiempo, liberan al
preconsciente y al inconsciente de sus estímulos. A medida que las
historias se van descifrando, dan crédito consciente y cuerpo a los
estímulos del 'ello' y muestran los distintos modos de
satisfacerlas, de acuerdo con las exigencias del 'yo' y del
'súper-yo'.
Un
ejemplo resumido está simbolizado por ejemplo en el cuento de
'Hansel y Gretel' con el triunfo; el complejo de Edipo en
'Blancanieves'; la pubertad en 'Caperucita roja'; la rivalidad entre
hermanos en 'La Cenicienta'; el temor sexual en 'La Bella y la
Bestia' y el incesto en 'Piel de asno'.
Explicándolo
de otra manera, se podría decir que el hombre no es más que un
sujeto sujetado a su inconsciente por las cadenas del lenguaje y, a
partir de este hecho, la libertad se vuelve imposible. Y tal vez este
sea uno de los más grandes retos de la condición humana: soñar,
luchar e incluso dar la vida por una libertad que está perdida para
siempre.
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